Es común que las empresas recurran al empleo de equipos de protección respiratoria (EPR) para proteger a sus trabajadores de los riesgos respiratorios presentes en un entorno laboral determinado o generados por la propia actividad de estos trabajadores.

Con el avance de la industria y la gran responsabilidad que tienen las empresas en la promoción de la seguridad y la preservación de la salud de sus trabajadores, la búsqueda de equipos de protección respiratoria se ha vuelto cada vez más frecuente. Aunque el uso de EPR debería ser la última medida aplicada dentro de la jerarquía de control de riesgos ocupacionales, en la mayoría de los casos el orden es inverso y los respiradores se convierten en la primera y principal medida de control utilizada en el intento de neutralizar la exposición de estas personas a riesgos respiratorios.

Actualmente, contamos con una gran variedad de marcas y modelos de equipos diseñados para promover la protección respiratoria, desde equipos simples y de bajo costo hasta equipos que requieren una mayor inversión y que tienen mucha tecnología incorporada en su construcción.

Pero lo que las empresas deben tener en cuenta es que, independientemente del modelo de equipo de protección respiratoria que estén proporcionando a sus empleados, esta medida de control puede no ser efectiva y tampoco tendrá validez si no va acompañada de otros cuidados que este EPI exige.

Esto significa que la entrega de respiradores por sí sola no garantiza la protección efectiva de estas personas expuestas a algún riesgo respiratorio, es decir, la empresa no podrá validar esta acción aunque logre demostrar que entrega EPR de forma continua a sus empleados.

Entonces, lo que las empresas y los profesionales deben saber es que desde el 11 de abril de 1994, con la publicación de la Instrucción normativa, la entrega de respiradores, sea para uso voluntario o obligatorio, conlleva la responsabilidad de establecer cuidados destinados a preservar el factor de protección que el equipo puede proporcionar y garantizar que su uso no tenga ningún efecto sobre la salud del usuario.

Esta Instrucción Normativa exigió que el empleador adoptara un conjunto de medidas prácticas y administrativas, que deberían estar documentadas y ser practicadas por la empresa, incluyendo un PROGRAMA DE PROTECCIÓN RESPIRATORIA de acuerdo con las recomendaciones de la Fundación Jorge Duprat Figueiredo de Seguridad y Medicina del Trabajo - Fundacentro.

Dado que esta obligación no estaba mencionada en una NORMA REGULADORA, muchas empresas y profesionales desconocían la existencia de estas responsabilidades. Sin embargo, el 11 de noviembre de 2021 se publicó la portaría 672 que nuevamente impuso toda la responsabilidad de la antigua Instrucción Normativa a las empresas que utilizan respiradores, estableciendo un reglamento técnico sobre el uso de equipos de protección respiratoria.

Entre los procedimientos administrativos se pueden mencionar el establecimiento de una política de protección respiratoria en la empresa, la designación de un administrador, la distribución y definición de otras responsabilidades, la política de la barba, entre otras. Las medidas prácticas incluyen la evaluación médica de los candidatos, la evaluación de los riesgos respiratorios, la selección de respiradores mediante métodos normativos, la formación, la prueba de ajuste, la verificación del sellado, el monitoreo del uso, la evaluación de la calidad del aire, la auditoría del programa, etc.

Cada vez está más claro que se requerirán pruebas de una gestión efectiva de las medidas adoptadas para el control de riesgos y la protección de sus trabajadores.

Con la actualización de la NR01, a partir de enero de 2022, las organizaciones deben implementar, por establecimiento, la gestión de riesgos ocupacionales (GRO) en sus actividades y, a través de él, constituir un Programa de Gestión de Riesgos - PGR. Esto dirige, una vez más, a los empleadores que opten por adoptar EPR como medida de control a establecer el programa y, de manera inevitable, llegamos nuevamente a la obligatoriedad de implementación del PPR siguiendo las directrices de Fundacentro.

Ahora, más que nunca, las empresas deben ser conscientes de estas responsabilidades y estar preparadas para establecer todas las actividades y cuidados contemplados en la última versión del programa, publicada por FUNDACENTRO en 2016, si quieren validar la entrega de respiradores como una medida de control efectiva para la preservación de la salud de sus trabajadores.